Esas pequeñas manías

No te sabría decir cuándo lo notamos por primera vez. Tal vez cada uno de nosotros era testigo de un detalle, de una fracción de rareza que nos parecía insignificante, hasta que las circunstancias nos obligaron a juntar las piezas del rompecabezas y enfrentar la verdad.

La conocí en el supermercado chino donde trabajaba. Ella era la supervisora y no sabemos bien cómo se entendía con los dueños. Era bueno tenerla de intermediaria porque nosotros no teníamos idea de qué significaban todas esos pequeños sonidos encadenados en largas diatribas en un idioma indescifrable. Estuve en el supermercado sólo unos cuantos meses. El horario, la tardanza en el pago del sueldo y una natural antipatía hacia los supermercados en general me hicieron buscar otro rumbo con rapidez.

En esos meses nos hicimos amigas. Tamara tenía una energía vital que te atraía como una mosca a la luz. Era imposible no notarla. O la amabas o la odiabas en un viaje sin escalas. Ella era una de esas personas que todos miran cuando llega, no sólo por su belleza sino por la seguridad con que camina, marcando el suelo de fuego a su paso.  Yo la envidiaba un poquito pero la admiraba mucho más.  Estar cerca de ella y escuchar su risa de cascabeles, era un bálsamo para el alma.

Trabajar con ella, sin embargo, no era fácil. Exigente hasta la perfección con ella misma, no admitía errores ni omisiones en nadie. Pero bastaba con que se enterara de alguna necesidad, para organizar inmediatamente una colecta o llamara a los múltiples amigos que la abastecían de soluciones diversas.

Recuerdo una vez que nos cruzamos en el vestuario, noté que tenía las manos rojas de tanto refregárselas con las ásperas toallas de papel. Le pregunté si necesitaba crema, y me la aceptó, agradecida. Lo extraño fue que después de ponerse la crema volvió a secarse las manos como si estuvieran sucias otra vez.

De a poco fui conociendo su entorno. Vivía con el hermano menor en ésa época. Los padres habían fallecido hace tiempo. Los amigos eran pocos pero muy fieles y de a poco fueron haciéndome un lugar en el grupo.

En una de las reuniones que organizó en su casa, quise ayudarle a ordenar la cocina, pero amablemente rechazó mi ayuda alegando que “ya había ayudado demasiado”.  Una hora después me asomé de nuevo y estaba arrodillada refregando el piso con una esponjita de acero.

Los demás parecían no notar su ausencia, siguieron charlando y bromeando y cada tanto le gritaban a Tamara “ Pero dejá de joder, vení a sentarte que el vino se está terminando!” A lo que ella respondía con humor “ no te preocupes que tengo más, o qué te pensás que hago en la cocina”.

En esos años me salió la beca para estudiar en Brasil. Abracé a todos los que me fueron a despedir, prometí escribir y me subí al avión que me dejó vivita y coleando en Río de Janeiro. Era por dos años y me quedé seis. Cuando volví, todo era diferente. El país, Buenos Aires, la gente con la cual perdí contacto.

Una tardecita de verano me crucé con Tamara. Casi no la reconozco. Por un momento su mirada barrió la mía sin una pizca de interés. Un instante después la chispa del reconocimiento iluminó sus ojos y de repente se borraron los años lejos, la oscuridad se deshizo en un abrazo en el que lloramos las dos como criaturas perdidas.

Fuimos caminando del brazo mientras nos interrumpíamos constantemente y retomábamos el hilo sólo para perderlo en una carcajada mutua. Noté que llevaba guantes y le pregunté si tenía frío. “Nah…es sólo que manejo mejor con guantes” – me dijo. Subimos a su auto, que estaba impecablemente limpio. Tamara miró mis zapatos embarrados con cierto horror pero no dijo nada. Llegamos a su departamento en un barrio muy tranquilo. Nos bajamos y me sorprendió verla sacudir la alfombrita de mi lado agitándola contra un poste de luz.

–          Uy, disculpame! – Le dije – no me di cuenta!

–          No te preocupes, es que si se seca es peor, no es nada! – me dijo mientras sacaba un cepillito de abajo del asiento y le daba el toque final a la alfombrita.

Entramos al departamento. Todo estaba impecablemente limpio y ordenado.  Colgué mi abrigo en el perchero, pero ella lo descolgó y le buscó una percha más grande que luego acomodó en otro espacio libre.

–          Pasá, no te quedes ahí parada! – me dijo – Aguantame que preparo unos matecitos! – La seguí a la cocina y ella me miró raro, pero no dijo nada.

–          Qué es de la vida de tu hermano? – Pregunté

–          Daniel murió hace un mes – Me dijo con una voz monocorde. Me quedé sin saber qué decir, si preguntar cómo, si cambiar de tema, si agarrar el abrigo tan prolijamente colgado y huír sin mirar atrás…

–          No te preocupes, estoy bien. Estuvo enfermo mucho tiempo y hace un mes dejó de sufrir.

No sé bien cómo cambiamos de tema y tomamos unos mates sentadas en la blanca mesa de la cocina.

Después me fui a casa caminando y pensando en ese encuentro-desencuentro. Tamara era la misma y a la vez, era diferente. Todos esos años de no vernos nos habían alejado.

Lo próximo que supe de ella, fue por un llamado de la policía.

Es increíble lo estúpida que puede ser la gente. Le digo una y otra vez a este imbécil que no tienen razones para detenerme pero me mira con su cara de vaca, mientras rumia su cena de ayer. Estúpidos, todos estúpidos. No entienden nada.

Seguro que detrás de esto hay alguna denuncia anónima y mañana me van a dejar ir con una disculpa, pero quién me quita pasar una noche entera en este agujero inmundo. Voy a pedir lavandina y lo voy a limpiar un poco, al menos para poderme sentar.

Diario de Tamara

Martes 18

Hoy estaba en la cocina chequeando mi agenda y de repente me di cuenta qué era lo que me distraía. Me tomó tiempo porque no era un ruido fuerte, sino un sonido en el borde de mi consciencia que retumbaba como un martillo que no cesaba de golpear un clavo inexistente.

Era la tos de mi hermano, encerrado en su cuarto viendo la televisión.
Le preparé un té con miel pero no fue suficiente. La tos persistía y mis nervios iban en ascenso a medida que pasaba la hora.

Evidentemente los años de fumador le contaminaron los pulmones. Esa tos seca, persistente, no se iba a ir con un tecito.

Me imagino que sus pulmones deben tener una gruesa costra de mugre del lado de adentro. Le preparé otro té, pero a ésta taza le agregué unas gotitas de lavandina y más miel. Ojalá la lavandina remueva un poco esa mugre desde adentro!

Miércoles 19

Anoche mi hermano durmió como un angelito. Hoy a la manana desayunamos juntos y estaba bastante animado. Le preparé otro tecito por las dudas antes de irme a trabajar, pero aumenté la dosis de lavandina para ayudar a su organismo a limpiarse.

Lunes 24

Estos días no tosió tanto, pero vomitó un par de veces. Buen signo, el estómago se está limpiando también! Ya sabía yo que tanto alcohol y cigarrillos no eran buenos para él!  Estoy contenta de haber encontrado una manera de ayudarlo!

Lunes 8

Está un poco más flaco, me parece. Le preparo comida muy nutritiva pero se ve que está muy sucio su estómago porque vomita todo enseguida.

Viernes 12

Llamé al doctor. Lo revisó y me felicitó por tener todo tan limpio y ascéptico. Escribió una receta e indicaciones para análisis y otros estudios. Apenas se fue, quemé las recetas en el hogar. No hay necesidad de seguir envenenándole la sangre con porquerías de remedios, cuando yo estoy haciendo tan buen trabajo con la lavandina.

Martes 16

Anoche no tosió ni una vez, y no se levantó al baño tampoco. Buen signo!

Ha pasado todo el día sin salir de su cuarto, debe estar descansando.
….
Entré de puntillas a verlo, y su carita está tan en paz! Por fin ! Ya sabía yo que lo único que necesitaba era limpiarse por dentro!

Acerca de Pequi

Vuelan las hojas en el viento y se llevan bajo el brazo todas las palabras pronunciadas y por pronunciar. Alguien tiene que darle una nueva voz a las palabras, y yo justo pasaba por aquí.
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13 respuestas a Esas pequeñas manías

  1. Este dijo:

    Fuerte…muy fuerte….y muy bueno.

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  2. sandri dijo:

    excelente ….. me quede con la boca abierta, esos cuentos que estas esperando …. volvieron por suerte .. nunca te olvides que tenes un publico que te reclama… me encanto este cuento, excelente hermana te quiero

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  3. natialabel dijo:

    Tamara, la prima de Circe 😉

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  4. diego dijo:

    y mi hermanita volvio a las pistas con sus cuentitos macabros, I love It!!!

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  5. Pequi dijo:

    Gracias ! Me pongo colorada y todo ! Me costó terminarlo, y más publicarlo jeje! Me alegro que les haya gustado.

    Alabelita, googlé en varias direcciones pero encontré ninguna relación de primatura 😀

    Diegs, Sandri 😀 Zoiz Doz AmoreZ ! 😀

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  6. Ian dijo:

    Maquiavelico… es lo unico que se me ocurre ^_^

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  7. cristy dijo:

    Muy bueno el cuento, duro, difícil, como todas las obsesiones, dan esa sensacion y ganas de alejarte, quiza por no entenderlas, o por ignorancia, y cuanto hay a nuestro alrededor y con el trajinar diario y el apuro de la vida moderna, pasa a nuestro lado como colectivo lleno, hace ruido, lo vemos atestado, pero con tornar la vista hacia otro lado, solucionamos todo no?
    me dejo con ganas de leer mas ajajjaa, a mi me gusta que me expliquen ajajjaa felicitaciones ahora quiero uno con esos dejos de humor que te hacen brillar, puede ser? besotes cristy

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    • Pequi dijo:

      jeje ! Gracias Kitty ! Las historias no vienen a pedido, che ! Salen como ellas quieren ! jaja ! Abrazo

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      • cristy dijo:

        AHHHH NOOOOOOOOO eso es muy feo, como no va a poder seguir una consigna, se ve que estas alejada del taller, jajaja, vamos mi negra, usted puede, ademas es conocida la bondad que tiene al espiritu sacar la alegria y el humor fuera nuestro, contagia a nuestro propio ser de mas de lo que emanamos, no te fijaste que las personas mala onda, largan eso, generan eso y estan contaminadas, no pueden de otro modo? la buena vibra es igual…… dale dale, yo quiero uno con humor, te quiero besotes y buen finde cristy

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      • Pequi dijo:

        Ah pero viste que a mí las órdenes /indicaciones me impulsan exactamente al lado contrario jajaja!

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  8. nora dijo:

    me parecio muuuuy bueno pero yo quiero saber la metieron presa ? la condenaron a pena de muerte? le dieron lavandina para limpiar la celda?? mas quiero mas de la pobre vida de una señora muy limpita y llena de buenas intenciones y ademas sabedora que no siempre los medicos saben que hacer con las enfermedades…. falto falto quedo gusto a poco…. besossss

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    • Pequi dijo:

      Es un cuento corto, no una telenovela mexicana, che! Jaja! La metieron presa, pero consiguió un buen abogado que alegó insanía, después se enamoraron, se casaron, compraron un perro y una tele LCD, vivieron felices por siempre y se murieron de viejitos agarrados de la mano, los dos juntitos, el abogado y la asesina. Te gutó ?

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